-Hay muchas pastillas para eso, pero ninguna funciona en realidad. En cuanto al equilibrio... por qué no prueba cn un bastón?
Y él, que nunca se calla, permanece en silencio. Todo el silencio que le permite esa mirada que fluye y habla.
Una vez en la calle, tras los saludos, lejos de la consulta, fuerzo el silencio.
-Qué te parece lo del bastón?
Escucho mis palabras con sus oídos y aguanto las ganas de llorar patinando en la pausa.
Se para, me mira despacio y de pronto casi grita:
-Es que no quiero ser viejo, no te das cuenta!!?
Nuestra sombra avanza muy despacio por el canto de la la acera, tan frágil que se la podría llevar el viento.
Non é que non estemos aquí, é que nos deixas mudos.
ResponderExcluirGosto de saber que estás. Gosto de que gostes. Gracias.
ResponderExcluirQué difícil es verlos hacerse mayores! Es difícil para ellos y para nosotros. Pero qué bien que estemos juntos! Cada minuto tiene ese punto de deleite que no tenían los anteriores, amontonados.
ResponderExcluirEso sí es verdad. La calidad del tiempo compartido es diferente. A su lado transcurre de otra forma. Es más próximo al remanso...
ResponderExcluirEspléndido! comparto la mudez de María B.
ResponderExcluirDe todas formas, creo que nadie debería gritar su falta de inmortalidad. Estamos todos en el mismo barco.
ResponderExcluirPero siempre duele naufragar... no?
ResponderExcluirLo que quería decir es que no "te" deberían gritar ese dolor a ti. No me gusta que cargues con tanto.
ResponderExcluirDate por abrazado, pena que no estés más cerca... snif.
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