A Nicolás le duele la barrigola. No quiere comer, solo estar tiradito junto a mamá. Ver cuentos y quejarse a poquitos.
-Ainda dói?
-Au! -responde.
En estas ocasiones nunca sé a ciencia cierta cuánto es de verdad dolor y cuánto necesidad de este abrazo. Lo peor es que yo tampoco sé cuánto me preocupa su malestar y cuánto poder estar así, los dos juntos y abrazados en el calor de la cama. Leyendo y contando tonterías, mientras la tarde pasa por encima calladita.
Fuera, detrás de la ventanna, el viento asusta a los árboles. Pero aquí el día se ha parado y lo degustamos despacio, como si la vida hoy fuera de chocolate.
Me dicta:
El viento está muy fuerte, ese viento le da miedo a Nico. Me da penita que esté malito pero si el viento está tan fuerte él se esconde. Y nada más.
El sol se esconde, los árboles están tranquilos pero el viento está muy fuerte. Veo un pajarito allá en un árbol. A Evelyn le quiero mucho, pero si viene le digo que no venga ,porque estoy malito y le puedo contagiar.
(Promete, no? Ha querido que se lo lea!!!)
Jolín con el chiquillo! Ya no sólo lleva camino de convertirse en director de orquesta, sino que pronto te hara la competencia literaria.
ResponderExcluir¡Qué barbaridad!
Beijinhos
Y cómo está hoy? Pasó todo?
ResponderExcluirCuánta ternura se lleva con él, un niño afortunado!!
Y la mamá también :))
Beijos
Gracias a los dos. Es un artista, sí... :)) se me nota el orgullo??
ResponderExcluirEstá mejor. Hoy va al cole. Hemos dormido casi dos días enteros. Finalmente son estafilococos en la garganta.. pero nada grave. Soñó que se había comido media galleta de choco, y despertó para contármelo. Entonces le dije: estabas soñando? Sí. Pues vuelve al sueño y cómela entera, que en los sueños se vale!
beijinhos.
Nico y las galletas de chocolate, jajjaja. Hasta en eso tenemos los mismos gustos ;)
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