Hace ya días que las primaveras, o prímulas, han comenzado a desmantelar el invierno. Sonríen, sencillas, amarillas y tiernas, en los bordes de los caminos y parecen colorearse bajo el trino limpio y nuevo de los pájaros.
Es marzo, el frío se resiste, pero el color y la luz siembran pacientes la calidez de esos días que se acercan.
Es preciso no perder de vista la tierra y el cielo, porque cuando no podemos más, ellos permanecen. Ellos se repiten y vuelven. En la fuerza de esas flores minúsculas venciendo al invierno, alimento la paz que me deja seguir por este mismo camino, hace tanto tiempo.
Cada día la luz se acerca más, no sientes el calor?
ResponderExcluirBjs
Sí, siento el calor de la primavera, el mismo que atrae a las aves y hace cantar a los pájaros... pero "vai um frio de nordês...!" :)
ResponderExcluir¡Ya queda menos!
ResponderExcluir¡Qué duro se me está haciendo este invierno! ¡Qué duro y oscuro!
Beijinhos
Por aquí tb se hace eterno... pero es un consuelo pensar que inexorablemente vendrá el verano!
ResponderExcluirMala prensa tiene el invierno, frente a una sobrvalorada primavera,llena de marketing y corteingleses. El invierno es el descanso de la tierra, el momento de recuperación de su aliento vital, la fuerza del resto del año. Es el momento del recogimiento, de la meditación y el fuego amigo. De rememorar los recuerdos, tamizados y edulcorados por la memoria dulce y protectora, de lo vivido en otras estaciones. Todo es más triste en invierno, pero da menos pena.
ResponderExcluirAunque tu sabes que yo, soy del otoño.
Besos
Del otoño, sí. Puede ser cierto lo que dices del invierno, pero se sufre más porque no podemos ser consecuentes con el ritmo que dicta la naturaleza. Y no descansamos, seguimos. Yo soy del verano, de la canícula, del respirar despacio y el movimiento lento que trae el calor. De los pies descalzos y el abrazo del aire. Verano.
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