Hace ya casi tres años y hay días en que todavía duele mucho. Hoy duele. Es un dolor sordo como el de las rodillas los días de lluvia. Un dolor que acompaña y no olvida. Hoy duele. El silbido largo de un mirlo como una piedra en el alma. (Ya te lo había dicho, lo sé).
Puede que esta crisis aguda sea porque no he tenido tiempo de contárselo. No he podido decirle que ya somos libres. No he podido abrazarla y decirle que ya no va a llamar más a nuestra puerta. Que somos libres. Tampoco he podido contarle que siento lástima por él y ella no ha podido hacer aquel gesto de “olvídalo” entre sonriente y comprensiva. No ha podido acariciarme los cabellos y decirme que no me preocupe. Ella no va a llamar hoy por teléfono para preguntarme si estamos bien y contarme que ha pintado de nuevo un barco velero con un timonel y un jarrón con flores rosas desmayadas.
Hace casi tres años y todavía en días como hoy hablo con ella.
Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo que pisan los vivos,
ResponderExcluirserá azul...
(J. Hierro)
Gracias preciosa, será azul y claro, ligero y limpio. Y ella estará descalza y sonriendo. Seguro. Gracias. Sabes que ese mismo día al llegar a casa, me contaron que Nico pidió para hablar con ella por teléfono? Pues sí.
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