Solo cuando sintió los labios húmedos y carnosos envolviendo los suyos se preguntó cómo era posible haber llegado allí en unos minutos. Entrelazaban las manos sobre la mesa del café y adelantaban los cuerpos para besarse. Ella solo conocía su nombre y aquella sonrisa que la había sorprendido al otro lado de la calle. Aquellos rizos alegres y la mano abierta haciendo señales para que esperara. Esperó. Él cruzó la calle y comenzó a hablarle precisamente de la similitud de sus cabellos mientras ella caminaba enredada en aquellos ojos luminosos que la envolvían.
Solo conocía su nombre y su sonrisa. Luego le contó que estudiaba en la ciudad y que procedía de Sudán. Al escuchar su nombre recordó la arena húmeda bajo los pies. Ella no contó nada. Escuchó y momentos después, cuando aquella mirada se paró con ansiedad sobre su boca, se incorporó en la silla y le ofreció aquel beso.
Se amaron junto al mar a pesar del viento y nunca más volvieron a verse.
Qué preciosidad! Es como un sueño. Qué bien escribes!
ResponderExcluirBesos
Sorriso fugaz como o dunha bolboreta dando a volta. Só lle falta o arrecendo...
ResponderExcluir