José es un hombre alto y grande con una sonrisa que tiene algo de vela en el océano, de bucanero feliz. Junto a él se sabe un abrazo cálido que ampara, como un niño escondido en la nocturnidad cómplice de un armario. Habla y cuenta con una voz que enreda amarrada a la tierra y escucha con esa mirada que arde con el fuego. Es un hombre grande y alto, de brazos como alas.
Ayer volvió temprano de trabajar. Callado. La mirada hacia dentro y los hombros sin fuerza. No traía ni abrazos, ni sonrisa, ni palabras. Encallado en la tristeza.
El dinero no da para el gasoil. Sin gasoil no hay trabajo. Sin trabajo.. no hay barco, no hay mar, no hay hombre. Sin trabajo José, no sabe ser grande.
- Y entonces- me dice ella con la cara en una mueca del dolor que no cabe- se echó a llorar.
José se echó a llorar y en las lágrimas de José nos ahogamos todos.
Afogamos todos... Maravilhoso:)
ResponderExcluirLinda, se das permiso, vouno pegar no taboleiro do meu despacho. Muitos son os encallados nestes días.....Beijo enorme
ResponderExcluirPero siempre aparece alguien que te remolca, no es así? Desasosegante y tierno.
ResponderExcluirBeijos
Rosa, será un honor. Sí que estamos muchos ahí encallados, pero no se puede... si seguimos saldremos de nuevo al mar.
ResponderExcluirY sí.. alguien te remolca un ratito, pero hasta dónde? No es fácil.. Pero José sabrá salir! para eso es grande y tiene esa sonrisa desplegada!