Dejó el periódico sobre la mesa rezumando sangre. La abracé.
-Dime algo, por favor, algo dulce.
Entonces le conté que han vuelto las primeras golondrinas a nuestra aldea. Que los parques se llenan de niños los domingos con los zapatos de suela y con los cabellos peinados. Que en el suelo hay un charco flores de camelia y que ella, tan cerca así, dentro del abrazo, conserva el olor cálido de los recién nacidos.
Todo era tan cierto como las noticias. La vida, esa sangre corriendo por su cauce.
qué bonito, querida Pau. Recoloca.
ResponderExcluirBeijos
Gracias, preciosa. Es que está difícil...
ResponderExcluirfermosísimo
ResponderExcluir... bocadinho triste.. sinto-o .. nem sempre tem uma o espírito no seu sítio. Mas gracias, Fina. Beijinhos muitos.
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