Ya sabes que no me gusta escuchar tus sueños. No me gusta interpretar ni intentar comprender. Prefiero no saberlo.
Por la ventana llegaban esos sonidos que hace el día cuando se despliega, un crujir imperceptible de dobleces y pájaros. El calor, ya tan temprano, era agobiante y ella pensó que, de no haber escuchado a los pájaros, se habría esforzado en huir. Pero chilreaban como si nada pudiera disuadirlos. Tampoco a ella.
Pues te voy a contar mi sueño, le dijo, y sin mirar, sobrevoló el rostro desganado de aquel hombre que desayunaba café y sin dejar de batir sus alas, se perdió en el aire.
Escribes muy lindo... Muy nostálgico.
ResponderExcluirNo me gustaría ser ese hombre. Creo que a el tampoco.
ResponderExcluirGracias, JotaPao. Bienvenida!
ResponderExcluirAnônima/o, no creo que a nadie le guste ser así. Afortunadamente, no lo conozco.. aunque es posible que haya conocido a alguien parecido... tal vez...