Dice José Luís Peixoto que el miedo se contagia por los ojos. Que lo transmitimos a nuestros hijos a través de la mirada. Creo que es cierto. Contaminamos lo que miramos: hijos, amigos, vecinos. Estos días los pensamientos sobre el miedo me zumban en la cabeza como moscas de septiembre, obstinadas y torpes. He recordado, escarbando en la fuente donde comencé a sentirlo, las sombras tras la puerta del cuarto en que dormía con mi hermana. Había una silueta siniestra que acechaba vigilando nuestro sueño, dispuesta a hacer el mal. Cualquier tipo de mal indefinido. Supongo que eran los albornoces en el colgador o la estantería del pasillo, pero las dos, mi hermana y yo, veíamos claramente instalado y espectante un hombre con sombrero y abrigo de nariz ganchuda.
Mi hermana entonces se quedaba dormida bajo las sábanas. Se tapaba hasta la cabeza y se sumergía en la oscuridad absoluta y también en el silencio. Yo, sin embargo, optaba por descubrir los ojos, abrirlos mucho y no cerrarlos mientras fuera posible. Al menos así podría ser consciente del peligro, estar alerta e incluso defenderme, gritar o, al menos, saber cuándo sería mi final.
Han pasado muchos años desde entonces y estos días, que ciertamente he sentido algún tipo de temor, sino miedo, he descubierto que esa actitud de la infancia se mantiene. Prefiero saber, mirar sin perder detalle. Estar alerta y hacer lo que en mi mano esté para defenderme. No esconderme.
Tu actitud es espléndida, así deberíamos de afrontar todos el miedo. Pero no es fácil, depende de como lo hayas experimentado por primera vez ¿no?
ResponderExcluirY que pasa cuando ese temor que aprendemos de pequeños, se convirte en una necesidad o un hábito para poder sentir que estas viva...? y se convierte en una especie de autodefensa.
Sea como fuere, lo importante es que es esperanzador poder leer palabras de aliento y ánimo..
besitos
No sé responder. Estos días tengo motivos para pensar en el miedo y me encuentro con recuerdos y reacciones, pensamientos... solo son reflexiones en voz alta, es decir, en escrita pública :) Hay muchos miedos, supongo, y muchas maneras de reaccionar ante él. Es cierta aquella de que un valiente es un cobarde que corre hacia delante. Se trata de eso, precisamente. De no quedarse parada esperando a que suceda lo que tal vez ni tendría que suceder. Y también de no transmitirlo, de no intoxicarnos. Beijinhos.
ResponderExcluirTiene razón Paula... Y de no propargarlo, que luego no hay quien lo detenga.
ResponderExcluirEl miedo se contagia por la piel y por el silencio...Lo destruye el abrazo y la risa.
ResponderExcluirUn abrazo grande, querida niña.