Me paro delante de una poza. El sol, a fuego lento, acaricia las rocas y la arena y siento calor en la piel. Observo. El tiempo no roza el aire. En un momento dado una diminuta caracola se mueve y se desplaza. La veo deslizarse en el suelo del agua. Veo un minúsculo tentáculo que extiende como mano de ciego. Si alzo la vista un cormorán se sumerge en el mar y otro, con un esfuerzo prolongado en el espacio, se despega del agua y penetra en el cielo. No soy nadie que exista más concretamente que esta caracola y estas aves. El breve cosmos de la poza no es mayor que el universo.
Eso que acabas de describir, ese sentimiento, salva de muchas tonterías :)
ResponderExcluirBjs
Es verdad...:) Bjs.
ResponderExcluirTe sentías desde fuera ¿no?
ResponderExcluirSí, desde fuera.
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