En los campos de maíz siempre hay alguien. Parece que con las hojas y las espigas crezca también una criatura que se esconde, tal vez un niño, que observa nuestros pasos sin ser visto. Camino por el sendero junto a los tallos y lo escucho. No puedo evitar volverme, parar, ladear la cabeza para afinar el oído. A veces se calla. Otras veces todavía persiste el susurro y busco. No es nadie. No es nada. Es esa presencia hecha de roce y de viento, pero tan próxima y cierta que si esperase acabaría contándole que la echaré de menos.
Como no se va a inspirar uno leyenndo esto?
ResponderExcluirEs genial.
bs
Verdad que a veces da la sensación de que las cosas tienen alma?
ResponderExcluirBjs