segunda-feira, 26 de novembro de 2012

Recuerdos

Con los ojos cerrados, recostada en la almohada, chapoteo a la orilla del sueño. La mañana ya está madura, pero debo descansar y descanso. La lavadora recita de memoria su monólogo cotidiano y yo recuerdo jornadas parecidas de la infancia. A veces la enfermedad tiene algo de naufragio y tropezamos con los restos de lo que hemos perdido. La casa se movía entonces empujada por ella. Las convalecencias estaban llenas de ruidos. La olla exprés, la lavadora, la loza en el fregadero, la escoba y a veces, en el silencio absoluto, el ascensor en que volvía de la compra. Llegaba entonces cargada de bolsas y con prisa. Pero la prisa era solo una cáscara que se desprendía de su calma. Traía las mejillas frías de la calle y los tacones alegres. Hablaba rápido pero sonreía despacio. Hoy solo queda esta dulzura donde remansa el sueño. Este fósil de paz que descubro esta mañana.

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