También T. S. Elliot me acompaña diariamente sin que de él sepa mucho más que ese fragmento de plegaria, que sin haberla pedido, me enseñó un buen amigo: "Enséñanos lo que importa y lo que no importa. Enséñanos a estar sentados, tranquilos". (Como no la sé literalmente, sé que me corregirá, pero en realidad es eso).
Otras veces, lejos de ser un verso o una canción, es un gesto o una ayuda para la vida cotidiana: estibar bien la carga. Es muy importante estibar bien la carga para poder llevárnoslo todo. Saber dónde colocar lo grande y lo pesado, dónde lo lo pequeño y lo frágil, dónde lo importante, lo urgente para descargar y aprovechar los huecos. Esto lo aprendí de él. Es tan importante esta buena práctica que vale tanto para traer la compra del supermercado como para cruzar el océano en un mercante, o sobre todo para ordenar el día a día en nuestras emociones con el menor esfuerzo y el paso más seguro. Lo aprendí de él, que vive conmigo.
Y puede ser también solo una palabra, como la especia que salva un plato sin brillo: ser implacable. Implacables y fieles a nosotros mismos. Esto me lo contó la hechiZera. Me lo cuenta siempre, ella.