domingo, 29 de dezembro de 2013

NPC, tratamiento innovador en las lesiones músculoesqueléticas leves o moderadas.

Paciente de edad avanzada: 50 años. Presenta una lesión en la zona alta de la pierna izquierda, bajo el glúteo. Probable distensión de isquiotibiales ocurrida durante una sesión de lucimiento de la paciente ante su hija adolescente mientras presumía de sus conservadas habilidades para la realización del espagat con los músculos calientes tras carrera y pendiente de estiramiento. Durante la la entrevista clínica dice haber sido perfectamente capaz de consumar la maniobra gimnástica pero que al intentar mantenerla escuchó claramente un crack semejante a una rotura o un cable desgarrado. Disimuladamente recuperó la compostura y se dirigió a la ducha donde, tras breves juramentos, aplicó agua caliente y fría sobre la zona afectada. No sintió mucho dolor en ese momento, pero sí en las horas posteriores cuando los músculos hubieron enfriado.
Como quiera que la paciente sufre una adición semimorbosa a la práctica de correr para relajar su mente y rebajar la ansiedad a la que se siente sometida, nos vimos en la obligación de aplicar una cura arriesgada e innovadora para la que pedimos su previo consentimiento, si bien la paciente era ya conocedora de nuestros sistemas. La cura consiste en suministrar en la zona una buena dosis  de NPC compensada con paracetamol de un gramo cada 8 horas. 
Acordamos guardar unas 48 horas de reposo relativo, no más, y después reiniciar el deporte habitual de manera suave y progresiva dosificando el NPC a demanda de las necesidades.
Los resultados han sido altamente satisfactorios. La recuperación de la paciente se produce exitosamente en un tiempo similar o superior al esperado según el método tradicional con reposo y antiinflamatorios, pero con menor contaminación química y generación de estrés.
El priimer día se aplicó sobre la zona una dosis media de NPC justo antes de la salida y un gramo de paracetamol en la media hora anterior. Se recomendó un trote suave y observación durante todo el recorrido. El segundo día la carrera fue más larga, la dosis de NPC fue mayor pero no hubo necesidad de aumentar el paracetamol.
El tercer y cuarto día de regreso a la práctica deportiva el trote fue casi dentro de la normalidad, los kilómetros se prolongaron hasta superar los siete y asombrosamente la normalidad en la carrera, con una dosis moderada de NPC, se consiguió alrededor del km. 3.
Concluimos de nuestro experimento que el NPC ofrece resultados favorables para lesiones músculoesqueléticas leves. Igualando en el tiempo de curación o incluso superando, a los métodos tradicionales que recomiendan un tiempo de reposo superior, entorpeciendo la vida normal del paciente.
Es la segunda experiencia en humanos de este sistema. En animales, claro está, ha sido sobradamente experimentado y contrastado. De hecho es precisamente en la vigilancia del comportamiento de los mismos en lo que se han basado las investigaciones. En una ocasión anterior la misma paciente fue sometida a dosis elevadas de NPC para la recuperación de un esguince de tobillo grado II en el que se había producido derrame considerable en toda la zona plantar. En aquella ocasión el NPC fue aplicado con algo más de 72 horas de reposo y demorando un par de semanas el retorno al trote. Pero la recuperación, sin secuelas aparentes, fue en un tiempo más breve que siguiendo la cura tradicional.
Esperamos que esta narración, algo más larga de lo habitual,  haya sido de utilidad para la comunidad.
La fórmula del NPC no es constante, varía según la necesidad de él o la paciente. No responde en modo alguno a ningún tipo de medicina alternativa y siempre debe ser utilizado con moderación. Para información de los lectores, y solo a modo orientativo, diremos que las siglas NPC responden al nombre específico de "niputocaso". Siempre se recomienda utilizar bajo la cercana observación de un especialista.

sexta-feira, 27 de dezembro de 2013

Urgência e sono

Na penumbra do sono, quando quase já nem somos, abre-se a porta en entra o Nicolás aos borbotões: um mimo! um mimo! um mimo!
É uma urgência. Bem sei. Deita-se ao meu lado. Um abraço em silêncio que entra no meu sonho. Beijo. Já está. Já foi. Sae levando o sorriso posto por cima do sono e do pijama.
Eu também pintada da mesma açúcar.
Então, antes de fechar a porta, chamo:
-Nicolás!
-Mamai?
-Olha... continua a fazer sempre assim. Mesmo quando sejas maior...
-Si, mamai...
....
Volta a aparecer na porta:
-Mãe...?
-Di-me..
-Mesmo quando eu já nao more cá, contigo?
-Claro, Nico, mesmo então..
-mmm... vai ser difícil.. mas vou fazer.
E a noite continua a correr cobrindo o nosso instante para não o romper.

domingo, 15 de dezembro de 2013

Modo ahorro

Se apaga la pantalla aburrida de esperar por mí. Entra en modo reposo, ahorro de energía, antes de que yo sepa qué querría contar. No tengo miedo de la página en blanco pero sí de ese apagón que me obliga a reescribir la contraseña, pulsar de nuevo el botón de encender. Como un duende que me instiga y tapetea impaciente con el pie mientras pienso en vacío. 
Me pasa a veces, cuando sé que querrías que te contase algo y aunque sé que hay mil cosas, no puedo verlas brillar, ninguna me conmueve para darle forma. Recuerdo las orejas de Nicolás enrojeciendo al ser pillado en falta, sus lágrimas contenidas en el aféizar de sus ojillos, todo pestañas de escarcha, porque sin querer nos contó, en la confianza y la risa, aquella cosa tan fea que le dijo a un amigo. Recuerdo cómo quería escapar de sí mismo, más que de nuestro silencio, cuando lloraba que ya lo había admitido, que ya bastaba. Pero no quiero contarlo. 
También hay una historia en el señor Scrooge que tú y yo conocemos, que se quedará solo la noche de Navidad porque nunca ha creído en las lucecillas o tal vez siempre le han enternecido demasiado. Pero tampoco quiero porque es una historia muy dura y muy larga que tendrá que esperar.
Y solo para evitar este infernal modo ahorro con que me amenaza el duende, me gustaría contarte aquel beso que recuerdo en el televisor una de tantas tardes de sábado. Aquel beso diferente que no he podido olvidar desde la infancia: ella llora y las lágrimas rodean largamente sus labios. Él, elegante y cansado, se acerca y, sin apenas tocarla, besa el borde de su boca. Se despide. No era Lawrence de Arabia. Tal vez lord Jim. No lo recuerdo. Pero ese beso es una de esas líneas de tiza que marcamos en la infancia. Se borran, pero siempre queda el polvillo entre los dedos. Ha muerto Peter O`Toole, pero no su beso, ni su andar, ni sus brazos en el escenario, ni su boca, ni su risa perfumada de alcohol, ni su manera de decir o de reinar.



domingo, 8 de dezembro de 2013

Interrogatorio

Los brillos de la Navidad se expanden por todas las esquinas de la casa. Su alegría en falsete se adueña de las ventanas, de las puertas, de los ojos de Nicolás que amontona el espumillón y la bolas de colores sobre el árbol. Le voy pasando adornos con el sabor agridulce que me produce esta alegría.
- Mamá, me dice sin volverse, dice papá que a ti no te gusta la Navidad.
- Claro que me gusta- respondo sin mucho entusiasmo.
Ha sido así siempre. Soy de esa escuela rancia de escépticas que se revuelven en cuanto los anuncios de colonias emergen en las revistas, en las pantallas, incapaz de sobreponerse a la sensiblería mercenaria de los escaparates y a la buena voluntad segmentada en el calendario. Me parece tan falsa como el dorado de las cintas de colores, como la nieve en espray de los cristales.
Desenredamos las luces y las dejamos camufladas entre las ramas de plástico. Enchufamos. La Navidad parpadea llena de colores. Nicolás es feliz, su risa resplandece como la estrella. Aplaude.
 Se hace un silencio entre los dos y entonces aprovecha:
- Pues papá dice que no te gusta... ¿por qué no te gusta la Navidad?, en serio, mamá...
- Que no.. que sí que me gusta, Nico...
Entonces se sienta en el taburete junto al árbol, los ojos muy abiertos y el gorro de Papá Noel ladeado en la cabeza. Me mira y dispuesto a esperar, pregunta:
- Pues dime: ¿por qué te gusta?.
Esa es la pregunta de la que no hay salida. Nos miramos y entonces le digo la verdad:
- Me gusta, Nico, porque te gusta a ti.
Duda un instante pero prefiere creerme, así que recogemos las virutas preciosas del espumillón en el suelo y hablamos de dónde pondremos el Belén.


segunda-feira, 2 de dezembro de 2013

Antes del amanecer

Malamente distingo alguna rama en el suelo. Escucho apenas mi respiración y mis pasos agrietando el silencio endurecido por el frío. Me duelen  los dedos de las manos y aún así me gusta saberme sola en el paisaje oscuro. Todavía no amanece. Los pájaros callan. Solo el frío y la noche entre las estrellas. Un cielo enorme que no conforta pero es hermoso. Apenas existo. Junto al río se ve una luz mínima y ágil. Dudo pero continúo. No puede haber nadie más a esas horas en el camino. Otra luz. Continúo. Llegando al puente ya veo un resplandor tenue y un murmullo: el maletero de un coche entre los árboles. Unas voces de hombres y mi respiración ahora inquieta. De pronto, junto a  mí, la lucecilla ágil saliendo de la sombra. Solo un cigarro y unos buenos días entre los dientes. Del maletero sacan las motosierras. Una hora dura para empezar la jornada. Leñadores.
Cuando lo cuento, ya lo sé, las motosierras no tranquilizan. No.