quarta-feira, 19 de março de 2014
Algunos padres como globos
Los globos son vistosos.
Hinchados de helio, levitan como viejos superhéroes, con voluntad de volar.
Los padres se inflaman de frases, se impostan de orgullo y falsa integridad. Aman en falsete y discursean con palabras endurecidas por el tiempo, como el pan que ya no sabe.
Los hijos les dan la mano, a los globos y a los padres, satisfechos, seguros. Confiados incluso cuando ya no son niños.
A veces se escapa, un globo, y parece que vuela. Parece que nunca va a parar. Que saldrá de la atmósfera y seguirá por el vacío helado del espacio. Pero no es así. Brilla engrandecido, fatuo y vanidoso, pero cada vez más pequeño y más fofo.
Brilla, pero nadie lo ve. Solo el niño que llora allá bajo, con los pies en la tierra. Traicionado para siempre por su propia ilusión. Traicionado y solo por aquel montón de aire y de palabras.
Después los hijos se hacen hombres y entonces, solo entonces, intentan perdonar.
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