Abrió los ojos y se coló en el tiempo para vivir siempre un poquito antes. En la porosidad de las horas adelantó los almuerzos y previó las citas sorteando las pausas del presente habitual.
Las horas llegaron a comer de sus manos como pájaros. Levantantaron sus pies polvo de minutos.
Al final -llegó la primera- cerró los ojos. Entonces recuperó el pasado cargado de presentes: la chispa en los ojos del niño bajo los besos, los vencejos sobrevolando el río, el abrazo tibio en la puerta del coche, el olor de la madreselva en el camino, el crujido de la lechuga fresca y el color de la lombarda en la encimera blanca.
Todo el presente debajo de los párpados, esperando. Y se quedó dormida sin tiempo para llorar.
Un túnel oscuro que da paso a una película de recuerdos. Eso dicen que es.
ResponderExcluirIntento dormir, pero no puedo.
¿Habrá que dormir eternamente para no llorar?
De lujo lo tuyo, Pau.
Besos
Dormir eternamente suena bien. Espero que baste con descansar. Si intentas dormir, leiter, deberías estar con los ojos cerrados, acostado sobre tu lado izquierdo, escuchando como el aire se pasea por tus venas. Poco empeño... :) Debe ser duro no poder dormir. Pero es grato que descanses por aquí.
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