Hoy está de cumple y solo de pensarlo se me pone un nudo en la garganta. No sé cuántos años tiene, pero sé que es aproximadamente de mi edad. Nos acercamos de puntillas a los cincuenta. De puntillas, porque algo en la mirada y la cintura, en la manera de andar, delata esa voluntad suya de romper el ritmo, de hacerse otra vez desde casi el principio, de trampear a la vida para darle un rodeo.
Hoy está de cumple y no le voy a hacer ningún regalo.Un pacto tácito (tras algunos días explícitos) nos distanciaron hace algún tiempo. No sé si distanciarse implica echarse de menos. Yo la he echado de menos y por eso, todavía, recuerdo que hoy es su cumpleaños.
Me acuerdo de apoyarme y recostarme en sus palabras, de su presencia en tantas pausas difíciles. Sus consejos, sus manos en mis hombros y también sus lágrimas. Recuerdo especialmente su voz en el teléfono, llorando, una tarde. Ella, que nunca se rompía. Recuerdo también el día que escogimos el nombre de Nicolás. Nicolás, de entre todos los nombres, cuando Nicolás todavía no tenía ni siquiera los ojos negros. Y hoy, también, como no, el sabor del mascarpone en el tiramisú.
No sé, Pau. Llama a esa persona por su cunpleaños; quizás lo esté esperando. Ese será tu mejor regalo, seguro.
ResponderExcluirAsí, quizás no la sigas echando de menos.
Beijinhos
Le diré feliz cumpleaños, claro, pero las dos mantendremos una frialdad estudiada y bastante estúpida. Ya ves. Gracias.
ResponderExcluir¿por qué? ¿cuál es el fondo? ¿de verdad de la buena querrías resolverlo o prefieres seguir desatando nudos?
ResponderExcluirBesos
Ese nudo se desató sin querer. No sé si desato nudos...en realidad creo que es todo lo contrario. Incluso los que me empeño en desatar... se atan y refuerzan! ;))
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