-Solo te quiero a ti- le dijo. Y él se acomodó tranquilo en el hueco acogedor de su alma.
No olvidó, porque el olvido es mentira, pero aprendió a vivir sin recuerdos. Disfrazó de pasión lo que solo era huir y pensó que era brillo aquella llamarada en que se consumía.
La tristeza es metódica y obstinada como las cucarachas. Anida cerca de la cocina, donde la soledad canturrea cancioncillas viejas y las ventanas dejan pensar en futuros posibles.
Entregó su cuerpo sin condiciones, pero guardó las sobras de su voluntad a salvo de las heladas.
La tristeza es metódica y te acostumbras a su sabor hasta parecer dulce.
ResponderExcluirDe las tristezas surgen las mejores obras de arte. Bien podría ser este un ejemplo.
ResponderExcluirBeijinhos desde mi exilio informático
Solo te quiero a ti, dijo ella mintiendo. Intentando, traicionandose. Como si el espejo no le devolviera el disfraz de su voz....
ResponderExcluirCreo que podrías ayudarme a seguir... es exactamente así. Me impresiona.
ResponderExcluirLeiter,gracias,totalmente de acuerdo, la tristeza es muy productiva.Cuándo vuelves?
ResponderExcluiruna que ha releido muchas veces las caartas amarillas...: )))
ResponderExcluirLo más importante es guardar siempre las sobras de la voluntad. Poquito a poco se reconstruye toda y un buen día se puede volar. Incluso con el peso de esas cartas y la memoria llena de metáforas. Beijinhos.
ResponderExcluirNo deberías perder el tiempo en poner en verso lo que es pura poesía cuando escribes, no vuelvas, ya lo superaste y alcanzaste esa cima, no regreses, solo manten el recuerdo de que un día, ganaste un premio de poesía, y seguiste haciéndola con tus actos y con tu lírica- Bs.
ResponderExcluirGracias, Antonio, eso es devoción. Voy escribiendo, a ver qué sale. Bjs.
ResponderExcluirSus palabras eran como luciérnagas alumbrando en medio de la noche, estrellas bajadas a la tierra con toda su magia, infinitos puntos de luz formando fabulosas figuras de imposibles aristas y estallidos, arbolarios luminiscentes de ahoras y risas y promesas. Cuando decía mi nombre, amanecía un horizonte nuevo chispeante y vital: La primera letra surgía de su boca como un tornado preñado de luz y de manana, revolviéndose sobre si mismo mas rápido y mas hermoso hasta explotar en el enorme estallido de jubilo. Su voz era un antídoto a la oscuridad, una llave magica al mundo de la dicha, un milagro, un arranque visceral y prodigioso que hacia volar mas alto, mas arriba. Pero como Icaro, la hermosura del sol y su grandeza descubrieron el reverso de la historia: su partida no solo derritió mis alas. Hoy, en las sombras todo es quietud y silencio. Bajo la losa, ya no se necesitan las palabras.
ResponderExcluirEsta mañana, caminando, me acordé de ti y de tu historia "paralela" a esta mía. Las luciérnagas siguen brillando aún bajo la losa. Iluminan tu presente, M. La vida habrá seguido y el futuro está llenos de presentes que acechan. Prometo seguir a poquitos esta historia. Eres joven, estoy segura. El futuro es mucho más largo de lo que parece. Mucho más.
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