Él pasea a su perro y la trayectoria de su caminata matutina es inversa a la mía. Nos cruzamos todas las mañanas, temprano, cuando el día se extiende, en algún punto casi siempre imprevisible. Intercambiamos un buenosdías discreto y amable y no perdemos el ritmo, él el de su perro, yo el de mis calorías.
Ayer alzó su mano desde lejos, me mostraba algo, estaba contento. Me fui acercando y lo vi: una amapola roja y frágil.
-Mira, he encontrado una amapola! es la primera que veo por aquí en muchos años.
-Pues es cierto, no suelen verse, y dónde estaba?
-Ahí abajo, por el camino.
Sonreía, respiraba la mañana como si tuviese hambre.
Es preciosa, le dije, y seguimos andando. Él con su perro y su amapola. Yo con su amapola y su alegría.
te tira los tejos!! Tú lo escribes precioso pero ya sabes que yo soy muy directa!
ResponderExcluirTiene muy buen gusto ;))
Bjs
No creo que sea eso... no... tú crees? no, no...
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