Él pasea a su perro y la trayectoria de su caminata matutina es inversa a la mía. Nos cruzamos todas las mañanas, temprano, cuando el día se extiende, en algún punto casi siempre imprevisible. Intercambiamos un buenosdías discreto y amable y no perdemos el ritmo, él el de su perro, yo el de mis calorías.
Ayer alzó su mano desde lejos, me mostraba algo, estaba contento. Me fui acercando y lo vi: una amapola roja y frágil.
-Mira, he encontrado una amapola! es la primera que veo por aquí en muchos años.
-Pues es cierto, no suelen verse, y dónde estaba?
-Ahí abajo, por el camino.
Sonreía, respiraba la mañana como si tuviese hambre.
Es preciosa, le dije, y seguimos andando. Él con su perro y su amapola. Yo con su amapola y su alegría.
José Luís Peixoto na Feira do Livro de Miami, 2024
Há uma semana
te tira los tejos!! Tú lo escribes precioso pero ya sabes que yo soy muy directa!
ResponderExcluirTiene muy buen gusto ;))
Bjs
No creo que sea eso... no... tú crees? no, no...
ResponderExcluir