Y desplegó su alma sobre su vida, mirando los caminos andados. Supo de dónde venía y el lugar exacto en el que ignoró el destino. Volver atrás no es posible cuando los años han prensado los recuerdos y todos los papeles se vuelven amarillos como aquellas cartas. Los insectos, vivos o muertos, son fósiles de lo cotidiano. Sin embargo la voluntad construye puentes y el amor es un anfibio capaz de aletargarse y respirar de nuevo con una solo una palabra, un nombre, un saludo. Ya sé que no estamos allí y que el regreso no tiene coordenadas, pero él tenía aquello que yo iba a ser y yo guardaba en la sal del silencio, la primera mirada del que ahora era.
Dime que quieres que te lo recuerde, devuelve la imagen que dejé en tus espejos. Dame solo esa señal para apoyarme. Déjame tirar el miedo y guardar la piedra.
Eres tú? Sí, era yo.
Y yo ahora crecía segura de amar y ser amada. Desplegando mi vida, también, sobre mi alma.
*El regreso no tiene coordenadas. Esta historia ahora es para M.
José Luís Peixoto na Feira do Livro de Miami, 2024
Há uma semana
"El regreso no tiene coordenadas", desta vou fazer cota à margem.
ResponderExcluirQuerida, que belleza!!! El regreso no tiene coordenadas, pero cuanto cuesta desprenderse de esa brujula certeza que ordenaba el tiempo y el espacio bajo la unica dimension de su nombre! Que dificil caminar sin horizonte, tanto tiempo despues....aun perdida en la fragancia de las flores amarillas.
ResponderExcluirNo se cuanto duran los duelos, pero si cuanto duelen; por eso muchisimas gracias por tus palabras: son luz en mi ventana.
Así da gusto, M! El regreso no tiene coordenadas, pero la vida da muchas vueltas, es circular y espiral y cerramos etapas, círculos, brazos y vueltas.
ResponderExcluirEstoy muy vaga para escribir estos días... lo siento.
Un abrazo.