Está triste. No sabe explicar muy bien lo que la hace estar tan seria, sin ese movimiento de alegría en los ojos y dejada, abandonada en ese silencio que se vuelve peligrosamente hospitalario. Después de enhebrar una y otra vez el hilo de una conversación deshilvanada, consigue mostrarme los pespuntes torpes de su estado.
-Es que siento que es todo mentira. Todo lo que nos cuentan en ciudadanía, todo lo que nos dicen. Todo lo que nos hablan de derechos y de justicia y de respeto. Es todo mentira. A mí nadie me cree. Se han reído y me dejan sola.
Tuve que levantar un castillo de palabras fuertes como piedras. Hablarle de que no es el sistema lo que le falla sino algunas personas. Que por eso es tan importante hacer correctamente el trabajo de cada uno. Para que nada falle, para que nadie se sienta solo y desamparado. Que nuestro cariño la protege. Que el sistema acabará por encontrar la solución a su miedo. Que es preciso no pararse y creer. Que nunca estará sola.
Me mira desde la distancia con que miran la incredulidad y la duda. Pero poco a poco se acerca y terminamos riéndonos juntas sobre la cama, contando cuentos como cuando solo era niña.
José Luís Peixoto na Feira do Livro de Miami, 2024
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