Y a salvo de las heladas se mantuvo su voluntad sin que ella se atreviera a recordarla. A veces, en el rescoldo de algunos silencios, le parecía escuchar aquellos papeles arrugados muriéndose en sus manos, apretados contra el fondo de la basura. Pero bastaba reparar en ello, pretender pensarlo, para el que el crujido desapareciese como un animal descubierto. Entonces el día continuaba y el tiempo pasaba sobre los nombres haciéndolos de tiza.
Imitó al amor aún cuando el cuerpo estuvo cansado de amar. Imitó aI amor cuando el sexo se heló sobre la cama y hasta sobre la arena. Imitó al amor aún cuando tuvo la certeza de estar buscando la salida. Cuando el olor se hizo obsesivo y las miradas eran túneles oscuros.
En una plaza grande ,ruidosa y sucia, llegó la certeza. Allí, en Budapest, entre los coches viejos y las paredes desconchadas, comenzó su camino.
La vida, que es obstinada como la tristeza y la polilla, enraizó en ella para crearla de nuevo. Entonces, como la luz, nació su hija.
*Puede ser el capítulo 1
**Y seguiría tal que así
José Luís Peixoto na Feira do Livro de Miami, 2024
Há uma semana
mmmmmmmmmmmmmmm, en Budapest....me gusta! Muchas gracias y un enormisimo beso. El sol sale cada dia, todos los dias. Tambien en Budapest.
ResponderExcluirPues claro que el sol ha de salir cada día! solo es preciso estar ahí, para verlo. En Budapest fue la certeza. Pero la vida siguió complicándose um poco más. Gracias por pasear por este remanso. Beijinhos.
ResponderExcluirContinuará :))
Y la luz es suficiente motivo para sonreir cada mañana.
ResponderExcluirhermoso capítulo tres,
besos