Y entonces va la vida y se hace pequeña, pequeñita.
Nicolás aguanta unas lágrimas en el alféizar de los ojos. El abuelo junta sus cejas despeinadas mientras le habla. No escucho las palabras pero sé que si interrumpo, se romperán los dos un poquito. Espero. Me acerco despacio hacia la puerta donde ellos son perfiles y se tensan.
-... me las pides a mí, lo has entendido?
Hablaban de galletas. De protocolo y respeto. De territorio y legados. Tal vez también del poder y la obediencia, de hacerse viejo.
Hablaban de galletas.
Nicolás no deja caer las lágrimas hasta que el abuelo, lentamente, le da la espalda.
La vida entonces se hace pequeña y los años, como las galletas, carecen de importancia.
Uuau!
ResponderExcluirQue bonito!
Parabéns !
Nem que entre pela calada, entro sempre.
ResponderExcluirLeio uma postagem trás a outra, a outra antes da uma e não percebo: não tens nada que invejar a escrita de quem dizes que invejas tu.
Sim tenho, sim.... Eu tb entro pela calada e sei bem do que falo.. Ainda assim, obrigada!!!
ResponderExcluirNo hay que dejar que se aposente tanto territorio y tanta seriedad, lo único que se puede dejar llegar lejos es la alegría, la imaginación...
ResponderExcluirBeijinhos, preciosa
Es tarde para prevenirlo, ahora está aposentado. Solo se puede paliar suministrando mucha risa, mucha mucha. Pero que mucha.
ResponderExcluirI eso todo que narra o texto...foi visto pola autora de perfil?. Se o chega a ver de fronte...
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