Fugaz.
Ella movió imperceptiblemente el brazo y lo dejó desnudo, al alcance del vello estremecido de aquel otro brazo tan próximo en el autobús. Volvió el rostro hacia la ventanilla y buscó distraída la parada. De pronto el frenazo y los dedos tibios sujetando com fuerza su muñeca. Se encogió desde el hombro pero dejó caer una sonrisa de mirada franqueable, casi osada. Por esa sonrisa él no consiguió soltarla, o acaso prefirió no soltarse. El disculpe se perdió en el rumor de la marcha y un cuerpo grueso apresurado hizo cóncavo el encuentro antes de recuperar la compostura. Nosepreocupe-perdón-mebajoaquí. Y aquí dejó ella la impronta de un nosotros que nos reímos hoy en medio de la prisa.
Solo había que esperar el autobús de mañana. Y mañana podría ya subir com un saludo.
Qué deleite leerte!Una maravilla, un regalo.
ResponderExcluirBesos
Y aqui va otro libro maravilloso que hizo volar mis pensamientos hacia ese territorio medio inventado que habitas a traves de tus escritos: La elegancia del Erizo. Aqui lo dejo flotar, como quien posa un nenufar en el agua de un estanque plano y hermosisimo. Espero que lo disfrutes.
ResponderExcluirEh! ese sí lo he leído!!! es fantástico! beijinhos, M.
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