Para a mulher que ia no carro foi apenas um instante. Atravessar a ponte sobre a lagoa e, na tranquilidade do trânsito um movemento mole da cabeça para observar os pássaros. Para o corvo marinho foi a eternidade: bater as asas imensas até se soltar da água, salpicar, esticar o pescoço, puxar o ar, levantar os pés, suster-se em nada. Pareceu até que nunca ia poder. Para a mulher que ia no carro foi mesmo um instante, mas no vidro da memória fica engasgada a imagem: um corvo marinho condenado a voar.
Para la mujer que iba en el coche fue solo un instante. Atravesar el puente sobre la laguna y, en la tranquilidad del tránsito, girar suavemente la cabeza para observar los pájaros. Para el cuervo marino fue una eternidad, batir las alas con esfuerzo hasta soltarse del agua; salpicar, estirar el cuello, empujar el aire, levantar las patas, sostenerse en el aire. Pareció por un momento que nunca se iba a alzar. Para la mujer que iba en el coche fue incluso algo menos de un instante, pero en el vidrio de la memoria permanece atrapada aquella imagen en que un cuervo marino es condenado a volar.
Soberbio. Y doloroso
ResponderExcluirHermoso.....tan evocador como un recuerdo. ...Besos.
ResponderExcluirGracias... es así... solo un instante.
ResponderExcluirReconozco esa imagen, esa sensación de retenerla una fracción de segundo más como para llegar a percibir todo.
ResponderExcluirBesos
Qué cosas bonitas estás haciendo. Es una manera sabia de dolor. Confío en vernos pronto. Beijos
ResponderExcluirAna que alegria, linda! vemo-nos, sim! muitos beijos.
ResponderExcluirAmalia, es esa sensación y la conciencia de la diferencia de tiempo. La insignificancia y la radicalidad. Un gesto y una fuerza. Sé que reconoces también esta sensación. Un beijinho.
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