Se alejó del lienzo lo que su modesto apartamento permitía. Los pinceles en la mano. Inclinó la cabeza como si la diagonal de la perspectiva hiciera más fácil mirar. Todavía no. Se sentó allí mismo, en el suelo, a diez pasos del retrato y alcanzó el teléfono.
-Llevo toda la tarde pintando... - dijo.
Al otro lado del auricular una voz solo miraba la noche desde la ventana. La oscuridad. La oscuridad envolvía las palabras y, sin espacio, parecían más cerca y apretadas.
-Y?-
-No lo consigo, es cada vez peor!-
-Has pintado los ojos?-
-...todavía no...-
-...
-Es que.. es como un revoltijo.. lo miro.. - y era cierto que lo miraba mientras decía que lo miraba- solo es un revoltijo de pintura cada vez más grande. Parece que todos los ángeles del infierno hayan venido a verlo.. parece que esté contemplando el mismo infierno.. .
Entonces solo salió una pregunta al encuentro de la duda.
-Frida, qué estabas pintando?
-El rostro de un haitiano.
-El rostro de un haitiano después del terremoto implorando al cielo. Me parece que vas bien.
La cabeza se inclinó hacia el otro lado. Las manchas sobre el lienzo se equilibraron en la nueva diagonal. El silencio sopló sobre el desaliento.
-Me parece que vas bien... Y todavía no has tocado la mirada...
Entrei varias veces a intentar ponher un comentario sobre esta entrada.... pero nom puiden. Sen palabras.
ResponderExcluirSem palavras... apenas com óleos... beijinhos.
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