A veces, como una radio que rastrea el espacio, encuentra en la memoria versos sueltos que declama mientras sonríe. Lo hace con un propositado acento de nostalgia, se despoja de recuerdos y esculpe la despedida. Sabe que noventa años le dan derecho a casi todo e interpreta su salida de escena disfrutando, buscando el golpe de efecto sin avaricia de aplausos. Así entró el domingo en la galería mientras yo cosía. Arrastraba los pies y con las manos en alto, temblorosas, recitaba dramático en alta voz: “La Libertad, El Pueblo, repetía por calles y por plazas, cuando el jardín se cubre de heliotropos, de blancos lírios y de rosas pálidas...” Se para delante de mí con una sonrisa cínica porque ha visto mi sorpresa y aclara:
-Es el Andresillo, de Víctor Hugo... Los Miserables...
Otras veces se lo he oído recitar. Siempre esos versos, siempre ahí la pausa. Jirones apenas de poemas que recuerda. Restos de lo que nunca estudió sino en la soledad de su orgullo. Cultura hecha de harapos mal cosidos a su saber.
Hoy he tecleado A n d r e s i l l o en las “búsquedas” y he encontrado el poema completo. Otra infancia imposible. No sé si las lágrimas han sido por el niño, por el anciano o por la emoción de conocer las despedida.
Conocidos me sonaban esos versos, cuando los leí y no podían ser de otro. Dices que 90 años le dan derecho a todo, como le dan esa sabiduría que en alrededos de 20 líneas me ha trasmitido!
ResponderExcluirGracias. Um abrazo.
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