Está cómoda en la negación y la pereza como en el sofá de la sala y además amenaza en voz alta, con un mohín de niña y de rabieta, con no volver a pintar y dejarse morir en la desgana. Acepto. El genio que habita su cabeza acabará fermentando y haciendo saltar el cierre de desidia que lo encierra.. o el miedo. Espero fuera, mirándole la los ojos como quien adivina. Ese estado es confortable, todos dormimos alguna vez en la misma tristeza, pero ella va a brillar. Mientras, espero.
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