terça-feira, 10 de março de 2009
Los huevos de la tristeza
Dice mi amiga, la misma del pájaro en las ramas del ventanuco. Dice mi amiga que sabe cuando la tristeza ha puesto huevos en sus días porque no sabe que hacer con la luz. Se le cae de las manos y no brilla.
Es doloroso porque se le atragantan las ganas. No sabe las ganas de qué, pero insiste que son las ganas. Yo le pregunto si serán las ganas de vivir, y sugiero que se lo mire. Pero ella no sabe explicarlo. Sabe que hay que esperar a que los huevos de tristeza maduren y broten, y salgan las lagartijas a pasearse al sol. Y entonces ella sabrá hacer abrazos como collares, con la luz.
Pero ahora no puede. Ahora solo siente el agua retenida en la garganta y, dentro de ella, la cáscara fría de los huevos de tristeza latiendo.
Pues que tu amiga no se acostumbre a la tibieza de la incubación. Que salaga y grite, que se enfade o que baile, que ría. Que no se quede esperando. Hay gente que se queda prendida de la espera.
ResponderExcluirCreo que lo sabe, Amalia. Aún así.. se lo diré. Besos.
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