En esa plaza crecen los árboles y el silencio. Gritan solo las golondrinas haciendo ecos en las piedras del convento, solo paredes, y la memoria echa raíces agrietando la madurez que nos disfraza. Nos paramos allí, delante de ella, sin cruzarla.
-Esta plaza...
Dice él y en sus ojos sonríe un niño que todavía lo habita. La banda tocando brillante los domingos por la mañana. La mano de la abuela, la sombra inquieta de los árboles y aquel olor de verano y almidón.
-Esta plaza...
Yo cruzaba para el colegio con mi prisa y mis libros y en los bancos se reían los niños que se quedaban. La risa rebotaba entremezclada de pasos y palabras sucias. Todavía están allí, pequeñas e inofensivas, como papel.
También está, pero me callo, aquel adiós que dejó un beso fantasma para siempre cautivo de los labios y una historia sin contar.
Lindíssimo.
ResponderExcluirQue final tão eterno !
mmm... o final precisamente está um bocadinho curto.. falta trabalhar.. mas sou cada dia mais .. desleixada. É a tendência natural e nao gosto de contradizer a natureza... ;)
ResponderExcluirNão concordo. É um final preciso. Três pinceladas e o leitor/a que imagine... Eu já fiz!
ResponderExcluirGrandes leitores de pequenos textos.. logo na escrita é mais importante a vontade do leitor que o esforço do que escreve.. mmm... interessante..
ResponderExcluirObrigada!
Se o que escreve não fizer bem o seu trabalho, se não convidar com as pinceladas precisas, o leitor não teria vontade de imaginar. O valor do bom escritor está, do meu ponto de vista, em levantar as vontades, vencer as inercias... (Em todos os seus amplos sentidos). Parece-te pouco?
ResponderExcluirParabéns por teres esse dom.
Parece-me acertado o pensamento, mas .. oxalá tivera eu esse dom! Mas gosto imenso de pensar que alguém possa perceber assim.. Puxa da escrita, anima!
ResponderExcluirNo puedo estar más de acuerdo con Algeroz. Yo he imaginado ya tantas escenas en esa plaza!!!
ResponderExcluirBeijos, princesa
La historia que yo me imagino no se puede todavía contar.
ResponderExcluirGracias, Amalia. En casi todas las ciudades hay una plaza mágica. En Santiago A Quintana.. aquí más modesta...
ResponderExcluirTodas las historias se pueden contar, incluso las que no existieron, incluso las que no tienen final, solo hace falta un cuentista, un cronista, un fuego, un papel, un niño que escuche.. voluntad. Un solo ingrediente es suficente... Pero algunas se quedan ahí, fantasmas, como los besos.
En Santiago A Quintana, si, pero aqui tambien está Maria Pita. Allí tambien tendría algunas historias que contar. Y estoy con Algeroz en cuanto a que tienes un don. Yo soy bastante negado para la poesía (para entendenderla) y a tí no solo te entiendo sino que podría explicarte.
ResponderExcluirUm beijo.
Negado para la poesía? Es la primera noticia que tengo, la verdad es que me has transmitido unas cuantas. Claro que puedes explicarme! Información privilegiada... Beijinhos.
ResponderExcluir"No solo te entiendo sino que podría explicarte". Me gusta muchísimo.
ResponderExcluirA mí tb. Y es verdad. Bjs.
ResponderExcluirNo me explico que me entendais ;-)
ResponderExcluirFácil!
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