Al fondo, apenas fachadas malheridas. Hierros desarmados como huesos al aire.
Diagonales agudas.
Polvo.
En el centro de la imagen, la boca abierta y los ojos apretados.
El grito.
Un desgarrón del alma que no podrá curarse. No hay lágrimas. El dolor que vence al hombre y lanza perpendiculares de horror contra el paisaje.
En el suelo el cuerpo que está muerto, manchado de sangre.
Está muerto en el abrazo del hombre que grita y lo sostiene.
Toda la imagen cae y es la derrota.
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