quarta-feira, 24 de junho de 2009

Último dia de escola

Foi o último dia de escola. Os mais pequenos cantaram uma divertida canção de moscas e pão. Davam voltas e Nicolás, numa volta, viu a mamá a tirar fotografias.
-É a minha mamá! Está lá a mamá!
Perdeu o ritmo, mas não tinha importância, nessa altura iam todos ao seu, cada um ao seu passo.
Baixou do cenário e com um sorriso como um presente fez aceno de achegar-se a mim, mas de caminho decidiu seguir a bicha dos companheiros, disciplinado, e apenas deixou no ar um “adeus” que tinha um claro sotaque de “bah-vejo-te-depois”.
À noite, debulhando o dia, contou-me:
-Estavas ali, mas não fui dar um beijinho.
-Não, disseste “bah” e foste com os teus companheiros, mui bem. Como ordenava a profe.
-Sim, mas sabes? Outra vez vai haver escola, e vai haver o último dia, e vamos cantar uma canção e tu vas ir ver como cantamos. E então eu vou dizer, está lá minha mamá, e depois vou baixar e não vou dizer “bah”, vou baixar e dar um beijinho para mamá e depois vou com os meus amigos.
E fica adormecido com o dia corrigido e uma matrícula de honra no peito de mamá.

segunda-feira, 22 de junho de 2009

Otra vez él

Dicen que los muertos no se mueren mientras no se les olvida, por eso, pese a su incredulidad y sus 87 años, cada 22 de Junio acude al cementerio, porque ese día cumple con la formalidad de no olvidar a su madre. Va hasta el cementerio, pero no lleva flores, no reza, permanece en silencio contemplando la lápida que está tres metros sobre el suelo en una especie de rascacielos funerario y después se va. Se va, pero da un rodeo para saludarla a ella, a la que fue su mujer y mi madre y ahora vive también en el cementerio.
-Pero papá, si tú sabes que en cualquier sitio puedes recordarlas…
-Ya, pero los muertos están allí.
Y la tarde discurre bajo la sombra dulzona del castaño, enredando una conversación en la que se trenzan los gritos de las golondrinas y me confiesa que nunca siente su casa deshabitada, que siempre hay alguien con él, algún muerto con el que conversa, medio despierto medio en sueños:
-Ya sé que es ficción, pero yo hablo con ellos…
- Ya…
- Es… como cuando hablas con Dios- continúa- como cuando hablas con Dios y le dices lo que piensas…
Y sonríe mientras me asomo a sus palabras, sorprendida, como para buscarlo.

quarta-feira, 17 de junho de 2009

A pesar de todo.

He visto dos cisnes jugar a los espejos en la Ría, temprano. He visto desde allí la ciudad empaquetada en la niebla mientras yo caminaba bajo el sol recién cuajado del verano. He escuchado al atardecer el grito del pavo real como una grieta en las distancias. He oído a los niños entrar en el colegio con los últimos sueños del curso pesando en las pestañas y le he contado un cuento a una madre con miedo. He hablado con un amigo, de esos que te llevas para siempre en el alma, y le he mirado a los ojos sabiendo que puedo hacer pie dentro de su mirada. Y he depositado palabras como ofrendas al oído del hombre que vive junto a mí y ha llegado cansado.
Ha sido un buen día, sin ansias. Puede que no sea real, pero he vivido ahí durante un día.

segunda-feira, 8 de junho de 2009

Longe

As nuvens desabam cinzentas no horizonte. Longe. Levamos pressa, mas ainda há tempo para essa olhadela pela janela do carro e apanhar retalhos soltos de beleza.
-Olha mamai, lá está longe.
E longe é agora um substantivo. Um lugar.
-Longe? Onde.
-Ali, depois das árvores, ali é Longe.
-Depois das árvores...
-Sí, e há umas casas onde Noé está a construir a sua arca.
-(...)
-Mamá,quantos anos tem Noé?

Levamos pressa e as nuvens desabam no horizonte, cinzentas. Mas ainda há esse tempo preciso e justo para apanhar sorrisos e belezas.

segunda-feira, 1 de junho de 2009

Escarabajos

Salimos de casa apurados, y él, con su tiempo siempre a la deriva, sin segundos pespuntados, dijo:
-Pobrecito!
Había un escarabajo ahogándose en el agua de su pequeña piscina de goma, pataleando con esa angustia de insecto sin conciencia y sin remedio.
-Se va ahogar…
-Sí Nico, lo siento, se va a ahogar. No sabe nadar… vámonos que llegamos tarde.
Después caminé junto al río. En el camino un escarabajo pataleando boca arriba. Lo vi al sol pero seguí de largo.
De camino al trabajo, en la carretera, un enorme camión acostado, como un gigantesco insecto moribundo, como un elefante herido.
Pensé en esos segundos mal cosidos que me hicieron llegar allí brevemente tarde.
Solo dejé la mirada sobre la tristeza. Ni siquiera un presagio. No sabría leer un presagio.
Pero si fuese capaz de creer en algo, estaría ahora pensando.