quarta-feira, 11 de abril de 2012

En el tiempo

Ella lee el correo en el asombro de la mañana que apenas comienza. Bebe café y empieza de nuevo. Las palabras caen como piedras el charquito de su alma. Deja que el lodo se asiente y mientras desayuna, mastica una respuesta despojada de rabia y acolchada de cariño. Migas de pan para el camino de vuelta. Vuelve. No te vayas.
Pero después. En la frialdad de las teclas, en ese blanco vibrátil del silencio y la pantalla, decide que es inútil. Que será como hacer muecas tras un cristal. Apenas muecas. Gestos. Solo existe esa sordera de quien se niega a escuchar. La convicción de quien se cree en lo cierto. De quien cree comprender más allá de uno mismo.
Tras el vidrio es ridículo su gesto de dolor, como todos los gestos. Y las señales se confunden con la despedida.

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