terça-feira, 28 de dezembro de 2010

Inocentes

Era un día especial porque ella nos despertaba cada mañana el 28 de diciembre con aquellas alarmas. Primero fuimos niñas y rompíamos el cascarón de la sorpresa con unas risas incrédulas y torpes. Después fuimos adolescentes y adolecíamos de sentido del humor y de empatía y perdimos el don de reírnos de lo simple. Después fuimos adultas y esperábamos su llamada, lejos, cada 28 de diciembre, con la voz impostada para no defraudar y haciendo dignamente nuestro papel de hijas. Ahora que ella no está, nos reímos anudando las lágrimas a la garganta y contamos aquellos despertares en que había nevado junto al mar, o un helicóptero había descendido en la terraza, o había un fuego terrible cerca de la refinería o... o como gritó esta mañana Nicolás: “Hay un trasatlántico enooorme en la Ría!!! Venid a verlo!!!!”
Y es que el espíritu no muere, apenas revolotea y se estremece, como las hojas.

2 comentários:

  1. Esas inocentadas cuánto me recuerdan a mi infancia!!! Si es que son las mismas que en mi casa!!Increíble. Qué añoranza me has traído!
    Beijos, preciosa

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  2. Había de verdad una cierta inocencia. Beijinho.

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