domingo, 6 de outubro de 2013

Ajenos

El otoño tiene siempre una luz afilada que se derrama por los caminos. Los pájaros más que cantar, lloran y los árboles agonizan con dulzura, cansados y vencidos de haber sido tan verdes.
Hacemos como que nada sucede, pero lo cierto es que bostezamos y la mirada se nos prende en los reflejos. Perdemos el hilo invisible de las conversaciones, sufrimos conteniendo la voluntad que se nos va por la ventana. Es otoño, reino del sueño y la pereza. La luz se acaba y no podemos fingir que nada importa, que la tierra es ajena. No podemos fingir, solo mentirnos y obstinarnos, como sonámbulos tristes de la costumbre.

3 comentários:

  1. Pues mira, a mi este año aún casi no me huele a otoño. Estoy demasiado viva aún :)

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  2. Pues yo llevo oyéndolo llamar a la puerta...uf! Ni te cuento! Ha de ser el entorno....

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