terça-feira, 24 de março de 2009

El olor de las prímulas


Ella les llamaba primaveras. Ahora sé que se llaman prímulas.
Son esas flores bajitas y dulcemente amarillas que aparecen con las primeras renuncias del invierno. Primaveras. Ella les llamaba primaveras y siempre les sonreía. Las veía junto a cualquier camino y se alegraba. Se alegraba porque susurraban días de sol. Entonces, y entonces es muy lejos, muy entonces, ella se agachaba y recogía alguna, aún sabiendo que sus pétalos tibios y casi transparentes se desharían en mis dedos torpes. Recogía alguna y me decía: Mira, primaveras, mira qué lindas son! Y yo las olía sujetando sus manos como si se fueran a escapar. El olor era dulce y pequeño como la noche y yo aguantaba la respiración cerrando los ojos para no perderlo.
Ella les llamaba primaveras. Ahora sé que se llaman prímulas. Siempre que las encuentro, los primeros días de marzo junto a cualquier camino, me agacho y las respiro, pero ahora ya sé que se llaman prímulas y que, además, no tienen olor.

Psd.: El nombre de las primaveras.

3 comentários:

  1. Mucho mejor como les llamaba ella. Prímula es nombre de tia abuela pellizca-mofletes.

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  2. Siempre les llamé primaveras también, a sabiendas de que se llaman prímulas, pero uno puede escoger eso al menos, ¿verdad?

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  3. "tía abuela pellizca mofletes", nom reparara em esta evidência. Doña Prímula. Promete esse nome...
    Clara Amalia! podemos escoger el nombre y hasta el olor! Y sobre todo podemos escoger las evocaciones, que es lo que más importa.

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