segunda-feira, 15 de fevereiro de 2010

Contracciones

Hace tiempo que se fue de la ciudad para la aldea. Vive arropado en una soledad que no siempre es cálida, pero de la que ya no sabe ni quiere salir. En el piso que habitó un día se quedaron los candelabros de plata, la mesa de la cocina, las voces de los niños, el teclear de la máquina de escribir , la mesita de noche y los libros antiguos. Se quedó la enorme vista del mar y el viento que soplaba en los tejados.
En la casa de la aldea el silencio amontona los recuerdos desordenados. El pasado llega a poquitos en cajas que a veces no se abren y los libros van habitando unas estanterías frías a medida que su memoria necesita alimento.
-Hija, deberías ir por el piso y ver qué es lo que quieres de allí. Hay que tomar decisiones.
Las decisiones son las contracciones del tiempo que empuja.
-Papá, a mí solo me interesan los libros, ya sabes.
-Pero libros hay aquí en casa!
-Pero hombre, esos son tuyos…
Y entonces baja la voz, su mano temblorosa sujeta mi brazo y como es carnaval disfraza su mirada vieja de mirada de niño.
-Sí, hija, pero les ponemos un cartelito: “estos libros son de Pau”. Y ya son tuyos.
Trago, sin que lo vea, una gota pesada y densa de un dolor que es arena en la garganta. Y me río como un espejo que se empaña.

6 comentários:

  1. Esto de ir poniéndole etiquetas al futuro es hacerlo demasiado presente. Da repelús.

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  2. Repelus, nom sei. Tristeza dá muita. beijinhos.

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  3. No sé...a mi me parece como pedir un mimo, un decir "aún estoy aqui", pero serán cosas mías...
    beijinhos

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  4. No sé. El mimo se lo doy de todas formas, pero en su caso yo diría que no es eso. Es humor negro y miedo. beijinhos.

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  5. Me gustaría poder repartir mis "tesoros", saber quién va a mirar con amor esas páginas que tantas veces me emocionaron, ese cuadro al que le dí una historia, o ese reloj que me acompañó tantas veces y midió la frecuencia de la vida, propia y ajena. Poner etiquetas o poner en sus manos, que mas dá, es prolongar el futuro, en otras venas, en otras vidas.
    Bs.

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  6. Pues en realidad, por tonto que parezca, no me había parado a pensarlo así. Visto así, es diferente.

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