En la casa embrujada de mi aldea viven ahora unos jóvenes con dos niños. Parecen felices y tranquilos, dejan las puertas abiertas y por la finca solitaria vuelven a pasear los gatos. Hace unos días Nicolás hablaba con ellos de lado a lado del camino. Me asomé, más por curiosidad que por cualquier temor a su manera de hacer relaciones.
Ella, la vecina, con su sonrisa tan larga y alegre como su falda nos dijo:
-Hola! os apetece un trozo de tarta?
Nico y yo nos miramos para consensuar un sí:
-Pero es de chocolate?- preguntó él.
Ella se paró un instante dando la vuelta y reconoció, compungidamente, que no. No era de chocolate.
Aún así la perdonamos y ella volvió con un delicioso y grande pedazo de tarta con nata y frutas. Desupués hablamos. Ahora sé que es bailarina.
-Sois amigas, mamá?
-Pues no sé Nico, acabo de conocerla...
-Pues sí que sois amigas, mamá, que lo sepas...
José Luís Peixoto na Feira do Livro de Miami, 2024
Há uma semana
¿Donde perdimos esa hermosa inocencia?
ResponderExcluirSí, dónde? porque a lo mejor se puede recuperar...
ResponderExcluirPues.. veréis, estoy segura de que se nos ha ido cayendo de las manos como se caen las arenas de los pies cuando volvemos de la playa.. pero a que siempre nos quedan un poco sucios?? PUes eso, todavía tenemos algo de esa incocencia. Solo hay que dejarse ser y bajar la guardia. En eso estamos. Os contaré.
ResponderExcluirA mi me vais a perdonar las dos y el uno, pero yo creo que todavía no la habeis perdido. De haber sido así, vuestras hijas y vuestros hijos no serían tan felices como son.
ResponderExcluirA ver si va a ser verdad... Beijinhos.
ResponderExcluirOjalá Anonimo tenga razón! :))
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