Tenía este papel azul en un joyero de cristal lleno de collares y pendientes. Es un poema japonés que, en su día, me copió Marc. En su día: cuando él estudiaba japonés y me habló de los kanjis, esa manera de expresar con palabras lo que sintetiza un gesto, una evocación. Recuerdo la cafetería en que lo escribió, recuerdo que éramos muchos y que había ruido. Me pareció precioso.
Los colores son fragantes
Pero se apagan
En este mundo
Nada es eterno
La alta montaña de las ilusiones
Hoy he atravesado
Y no habrá más sueños suaves
Y nunca más me embriagaréMarc escribió junto al texto japonés la traducción literal:
Colores (son) fragantes
Gastarse pero
Nuestro mundo aquí
Usual (siempre) si fuera
Tener bienestar interior montaña
Hoy he pasado
Poco profundo sueño ser visible
Borracho yo más noY lo más increíble es la hermosura que yace en lo absurdo de la literalidad.
No. Lo más increíble es guardar el papel en que está escrito y también lo más hermoso.
watashi wa shirimash nani mou shirimasen.
ResponderExcluirSolo se que no se nada.
Si que es bonito que las vivencias permanezcan. Sea a través del papel o del simple recuerdo. El conocer lo inexorable de la muerte, de la perdida, es lo que hace que saboreemos esas chispas de eternidad.
Marc
Sí, es la magia de ser conscientes de nuestra fugacidad. Somos seres para la muerte, que decía aquel.. Shopenhauer, o como se escriba. Eso nos hace especiales. Gracias Marc.
ResponderExcluirMe encanta la hermosura que yace en lo absurdo de la literalidad.
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