sábado, 30 de janeiro de 2010

Pedir perdón.

He discutido con él porque a veces, como le sucedía al Rey Lear, se olvida de quién le quiere. Paga con desprecios de anciano venerado el cariño de su hijo más solícito y no recuerda, o no sabe, cómo se pide perdón cuando el perdón está dado.
Mi hermano se fue blanco y callado, con palabras a medio vomitar entre los dientes. Volverá mañana porque conoce su sitio.
Pero yo me quedé y como no soy Cordelia, le he reñido. Me escuchó sentado junto al fuego, con el pelo blanco. Con los ojos que siempre me miran desde más arriba. Con esos ojos que cuando escuchan sonríen siempre desde lejos. Con esos ojos que envuelven las palabras más duras en papel de caramelo. A veces miraba al suelo, como para recoger el manto de armiño que viste su espíritu.
No sé cómo lo hace pero después le di un beso, le dije que lo quiero y que pedir perdón a un hijo no le va a hacer menos padre.Que el perdón no es limosna y que hace más rico al que lo ruega que al que lo otorga.
Me temo que no lo hará. No con palabras.

7 comentários:

  1. Casi no me atrevo a comentar nada, pau, quién sabe cómo envejeceremos nosotros, no debe de ser nada fácil tener la sensación de que queda poco tiempo para cambiar nada, de que la vida te ha ido quitando tus puntos de apoyo...

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  2. ... te ha ido acorralando, como él dice, haciéndote ver mal, oír mal, entorpeciéndote brazos y piernas... ya lo sé. Por eso cuando discutimos no nos deshacemos de una sonrisa cordial que envuelve la dureza que puedan llevar las palabras. Aún así, es difícil a veces. Y más para mi hermano, no sé por qué.

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  3. Complicado, muy complicado.

    No sé por qué motivo, cuando se adquieren ciertas edades aflora un extraño orgullo en forma de intolerante soberbia. Lo he vivido muy de cerca.

    Llevo más de seis meses sin hablarme con mi madre y eso que ella vive a menos de 200 metros de mi domicilio. El motivo es lo de menos, aunque soy intransigente cuando alguien desliza comentarios injustos sobre alguno de los míos. El problema es que tal vez yo esté adquiriendo esa soberbia a la que antes aludía.

    Habrá que envolver la dureza con una sonrisa, quizás...

    Beijinhos

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  4. Quizás no, seguro, Leiter. Seis meses son un castigo muy duro para ambos. Envuelve en lo que quieras tus palabras y las suyas, pero que no se haga tarde. Ellos dicen adios... y eso es duro. Muy duro. El perdón enriquece a quien lo otorga, no lo olvides. Por cierto, mil gracias por Sostakovich!

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  5. Sí, vale, me contradigo. En realidad el perdón enriquece a ambos, a quien lo ruega y a quien lo otorga. Beijinhos.

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  6. no conozco a tu hermano, pero a veces pasa que nosotros también vemos que no queda tiempo. tiempo para que ellos sean como nosotros querríamos o para que nos den aquello que ansiábamos (un perdón pedido a tiempo por ejemplo, la comprensión o una caricia). aceptarlo no es fácil.
    a veces, sólo pasa que también nosotros tenemos miedo.
    Beijinhos
    PD. Leiter, no dejes que se ponga el sol sobre tu enfado.

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  7. No lo conoces, Amalia, pero sabes cómo somos las personas. Es cierto, a veces lo que necesitamos es esa palmada en la espalda, esa palabra que nos deje ver que el otro ha visto de nosotros lo que intentamos ser. También tenemos miedo.
    Beijinhos.

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