Muchos años después volví a verla para que me leyera el futuro y había cambiado muy poco. Continuaba cayendo de sus hombros la tira del sujetador color carne y sus brazos eran anchos y blandos como entonces, cuando la veía caminar cojeando por aquella cocina en que nunca se fregaban los cacharros mientras hablaba en alta voz, casi siempre discutiendo con mi madre, sosteniendo un cigarrillo entre los labios. Entonces yo era una niña y la miraba con sorpresa y disgusto sin poder dejar de compararlas. Mi madre, tan esbelta y limpia, con la voz modulada y suave me parecía entonces, desde los cinco años, una princesa. Después supe que la tía Lola había echado de su casa a nuestra abuela, ya una anciana, y por razones que mi madre nunca me quiso explicar acabó sus días en un asilo, con las únicas visitas de su hija "princesa". No supe nada más de la tía Lola y no la recuerdo en el entierro.
Muchos años después volví a verla para que me leyera el futuro. Se había convertido en quiromante y se ganaba la vida echando las cartas en un cuartucho oscuro. Reconocí sobre todo sus brazos y aquella tira de sujetador resbalando por sus hombros. Había cambiado muy poco, los años se habían limitado a excavar aquel gesto profundo de dolor y desgana en sus facciones. No se alegró de verme y me hizo pocas preguntas pero he de reconocer que, a pesar de mi escepticismo, fue bastante precisa en sus predicciones.
José Luís Peixoto na Feira do Livro de Miami, 2024
Há uma semana
Jo, pues que me lo adivine a mi, no?
ResponderExcluirOye, que foto más precisa con cuatro pinceladas! Impresionante!
Beijinhos
Bueno, en realidad, ya sabes... Más que acertar verbalizan lomque puede suceder y después, sucede. Más o menos. Pero prometo "contar" el secreto que me hizo cumplir y... Funcionó. Beijinhos!
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