Martín ha llegado con la fruta madura de septiembre. Con los melocotones y las manzanas, con esta luz que se derrama en racimos entre las hojas, con estos atardeceres que se angostan de luz y traen ya las manos frías. Martín tiene dedos de mago y cuando los mueve hace flotar en el aire nuestras mejores sonrisas, nuestra mirada más dulce. Descubre ese hueco tibio que todos llevamos en el regazo, casi olvidado, e imanta estas miradas que no saben, de pronto, atender otra luz. A veces Martín llora y aunque no pasa nada, parece por unos instantes que no habrá nunca descanso. Pero después se calma y su paz, entonces, es una paz que se expande llenándolo todo, dejando todas las voces recortadas en susurros.
Genial, ya lo echábamos de menos. Así como tu le gargas las pilas a los demás. Nosotros también necesitamos visitar tu blog para relajarnos... Ahora a seguir...
ResponderExcluirbs.
Natalia
Paz. Sí. La paz no debería tardar tanto.
ResponderExcluirQue bien que Martín llegó a nuestras vidas. Que bien que visitó Sésamo. Que bien que haga que vuelvas a escribir :)
ResponderExcluirEs precioso compartir lo que lleva uno dentro.
Un abrazo!
David
Sí, qué bien que vuelva tu poesía a deleitarnos. No deberías dejarnos tanto tiempo solos.
ResponderExcluirBjs