Cuando él era pequeño una escopeta costaba unos céntimos. Cuenta que se los pidió prestados a un vecino para comprarla y ponérsela a sí mismo la noche Reyes. Todos tenían siempre algún regalo y él solo quería una de aquellas escopetas de balines. Para jugar. La quería para jugar. Cuando su madre llegó, cansada de trabajar de casa en casa todo el día, le hizo devolverla. Devolver la escopeta y devolver los céntimos al vecino. Todavía lo recuerda. Han pasado más de ochenta años y todavía lo recuerda.
Tal vez por esos recuerdos nuestras noches de Reyes hayan sido siempre felices e incluso hoy, cuando toda la magia hace tiempo que quiso estallar en decepciones, siento esa inquietud alegre que me viste de risas y secretos.
José Luís Peixoto na Feira do Livro de Miami, 2024
Há uma semana
Que no se pierda esa magia. Ya verás todo cuánto te van a traer... Los acabo de ver pasar rumbo noroeste desde mi ventana.
ResponderExcluirBeijinhos
Leiter tiene razón, que no se pierda la magia! Por mi casa aún no han venido pero después de la tuya enseguida llegan.
ResponderExcluirBeijinhos
Han llegado! Es la mañana más hermosa del mundo. Solo comparable a los primeros despertares de un hijo... Conmigo se han portado de maravilla! con Clara y Nicolás, genial. La cara de Nicolás... ya os contaré. Y con XX... bueno, Gaspar ha patinado un poquillo... pero no siempre suena bien la guitarra, no era así, Leiter?
ResponderExcluir